miércoles, 4 de febrero de 2009

INCULTURA CIENTÍFICA, SIMPLEMENTE INCULTURA

INCULTURA CIENTÍFICA, SIMPLEMENTE INCULTURA

Vivimos en una sociedad que depende en gran medida de la ciencia y la tecnología. Desde el teléfono móvil con que estás en contacto permanente con tus amigos hasta la últimas técnicas de diagnóstico médico, desde los reactores nucleares a los cajeros automáticos, desde los satélites artificiales hasta Internet…



No es difícil imaginar qué sucedería con la sociedad actual, a principios del siglo XXI, si de repente desapareciera todo el soporte técnico y científico en el que se apoya. Y si embargo, a pesar de que la sociedad demanda cada vez más productos tecnológicos, es en general muy ignorante sobre la ciencia, sin la cual no hay desarrollo tecnológico. Dicha ignorancia afecta no sólo a los conocimientos científicos sino también a cómo se obtienen éstos, es decir, al método científico, y se da incluso en los países occidentales, precisamente donde el impacto de la tecnología es mayor y permite lo que se ha dado en llamar “el Estado de bienestar”.
Hay estudios recientes sobre el grado de conocimiento científico de los habitantes de Estados Unidos, un país que se encuadra en lo que llamamos “nuestro entorno cultural”. Por ejemplo, según un estudio de la Fundación Nacional para la Ciencia, la mitad de los estadounidenses está convencida que el ser humano convivió con los dinosaurios, seguramente debido a la influencia de algunas películas y series de televisión. El mismo porcentaje ignora que la Tierra tarda un año en dar una vuelta completa alrededor del Sol. Aún es mayor el número de los que creen que los antibióticos destruyen a los virus, que los electrones son mayores que los átomos, o que los rayos láser son ondas sonoras concentradas. Los últimos estudios de este tipo que se hicieron en Europa son de 1995 y dieron resultados incluso más lamentables que en Estados Unidos.
Peor todavía, hay gente que mientras que por un lado presume de su mucha cultura por otro se vanagloria de no entender de números, de no saber gran cosa de ciencia, de ser indiferente ante algo tan mundano, como si poseer conocimientos científicos pudiera empañar el hecho de ser lo que se ha dado en llamar una persona “de letras”, sinónimo para muchos de persona culta. Éste es un grave error, y de la misma manera que no es culta una persona sin una buena base en arte, en historia, en música, en filosofía, en literatura, tampoco lo es quien no tiene su buena dosis de conocimientos básicos de física, genética, estadística o geología. El “ignorante científico” no sólo es ignorante, sin más sino que su indiferencia ante el método científico y sus logros lo hace crédulo, y esto suele hacerle presa fácil de la manipulación.
No se trata simplemente de que atesores conocimientos como para poder presentarte a un concurso de televisión a ganar un puñado de dinero. En realidad, se trata de algo mucho más útil, de evitar las consecuencias de la incultura científica. En muchas ocasiones los medios de comunicación distorsionan la realidad, a veces por error pero muchas otras veces con un propósito definido. Muchos vividores se disfrazan de científicos con el único fin de vivir del cuento, por supuesto a costa del prójimo. En definitiva, la ciencia puede proporcionar el sentimiento crítico imprescindible para moverte con soltura por el mundo.


CIENCIA PARA NICOLÁS
CARLOS CHORDÁ


No hay comentarios:

Publicar un comentario