lunes, 26 de abril de 2010

UNIDAD 1. LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN: LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA. LACONSTRUCCIÓN DEL ESTADO LIBERAL. LA CONSTITUCIÓN DE 1812.
O. INTRODUCCIÓN
A la muerte de Carlos III (1788), parecía que el modelo del Antiguo Régimen, aunque impregnado de reformismo ilustrado, permanecía intacto. Un año después, la Revolución Francesa (1789) trastocó el viejo orden e inició un proceso que en poco más de 40 años derrumbó el Antiguo Régimen en la Europa Occidental, abriendo paso al liberalismo político, a la expansión del capitalismo y a la consolidación de la sociedad de clases.
Las ideas revolucionarias de Francia fueron extendidas en Europa por los ejércitos de Napoleón desde 1799. España fue también invadida por los ejércitos napoleónicos. La ocupación francesa daría lugar a un levantamiento del pueblo español, levantamiento que, sin embargo, estuvo influido por muchas de las ideas de libertad originadas en Francia, incluida la Constitución española de 1812.
El proceso de guerra de Independencia en España sería aprovechado por las colonias americanas que iniciaron su proceso de independencia en 1810. En 1825 solamente Cuba y Puerto Rico pertenecían a España, el resto había accedido a la independencia.
La derrota de Napoleón por las potencias absolutistas europeas (1815) significó la vuelta al viejo orden y al absolutismo monárquico, pero los vientos de liber6tado ya no podrían ser definitivamente amordazados y, entre 1815 y 1833, toda Europa, incluida España, se debatía en una lucha entre absolutismo y liberalismo.


1. CONTEXTO HISTÓRICO
El S. XVIII fue el siglo del nacimiento de un nuevo movimiento cultural conocido como Ilustración. Los ilustrados criticaron las características de la época en la que vivían. El Antiguo Régimen era un modelo basado en la sociedad de tipo estamental, el absolutismo monárquico o el régimen feudal. El estallido de la Revolución Francesa en 1789 supuso el inicio de la lucha entre liberalismo y conservadurismo.
2. ANTECEDENTES
Carlos IV accedió al trono español en 1788, e inmediatamente se vio desbordado por la compleja situación creada por la Revolución Francesa (1789). Muchos ministros ilustrados fueron apartados de sus puestos y se intentó aislar cualquier idea proveniente de Francia. El protagonismo de las clases populares en la Revolución Francesa, el carácter radical de muchas de sus reformas y, especialmente, la muerte en la guillotina en 1793 del rey Luis XVI condujeron a España a declarar la guerra a Francia junto con otras monarquías europeas (1793-1795). Dicho enfrentamiento se saldó con la derrota española y un cambio de orientación en la política exterior española.
3. DESARROLLO DEL TEMA
LA GUERRA DE INDEPENDENCIA (1808-1814)
El motín de Aranjuez. Manuel Godoy, nuevo primer ministro, intentaría llegar a un acuerdo con la Francia de Napoleón. La elección de Godoy, plebeyo de origen, demostraba una absoluta desconfianza del Monarca en los círculos nobiliarios de la Corte. Desde el principio Godoy se encontró con la oposición de todos los grupos: iglesia, nobleza, ilustrados (qué se vieron sustituidos en el favor del Rey) y, sobre todo, por el príncipe heredero Fernando, que veía en él a un posible competidor en el favor de su propio padre.
Godoy inició una serie de reformas interiores de carácter ilustrado (desamortizaciones, merma del poder de la Inquisición, etc.), mientras que en política exterior siguió un camino de alianzas sucesivas con Francia. España se convirtió en aliada de Francia, y se enfrentó a Inglaterra, perdiendo en la batalla de Trafalgar (1805) casi toda su flota. En 1807 Napoleón obtenía el consentimiento de Carlos IV para que sus ejércitos atravesasen España para atacar Portugal, aliada de Inglaterra, a cambio de un futuro reparto de Portugal entre Francia y España (Tratado de Fontainebleau).
En 1808 estallaba un motín en Aranjuez donde se encontraban los reyes. El motín fue dirigido por la nobleza palaciega y el clero y perseguía la destitución de Godoy y la abdicación de Carlos IV en su hijo Fernando, alrededor del que se habían unido todos quienes querían acabar con Godoy. Los reyes, bajo los consejos de Godoy y ante el temor de que la presencia francesa terminase en una real invasión del país, se trasladaban hacia el sur.
La monarquía de José Bonaparte. Los amotinados consiguieron sus objetivos, poniendo en evidencia una crisis profunda en la monarquía española. Carlos IV escribió a Napoleón haciéndole saber los acontecimientos y reclamando su ayuda para recuperar el trono que le había arrebatado su propio hijo Fernando VII. Napoleón se reafirmó en su impresión de debilidad, corrupción e incapacidad de la monarquía española y se decidió definitivamente a invadir España, ocupar el trono y anexionar España al Imperio.
Carlos IV y Fernando VII fueron llamados por Napoleón a Bayona (Francia), adonde, sin mayor oposición, abdicaron ambos en la persona de Napoleón Bonaparte, el cual nombró a su hermano José, rey de España. Con escaso apoyo, José Bonaparte intentaría una experiencia reformista que pretendía acabar con el Antiguo Régimen. La creación del Estatuto de Bayona reconocía la igualdad de los españoles ante la ley, la abolición de la Inquisición o la reforma de la administración.
La resistencia popular. Mientras se desarrollaban los hechos en Bayona, en España se inició un alzamiento popular contra la presencia francesa. El 2 de mayo, ante las confusas noticias de que Fernando VII había sido secuestrado por Napoleón, el pueblo de Madrid de alzó contra la presencia francesa. Aunque fue duramente reprimido por las tropas del general francés Murat, su ejemplo cundió por todo el país y la población se levantó rápidamente por toda España.
En toda España la población reclamaba la defensa contra la invasión francesa y surgieron Juntas de Armamento y Defensa. Las Juntas fueron primero locales y expresaban la forma de organización del movimiento insurreccional, pasando a organizarse después una Junta de Defensa Central que coordinase la acción contra los franceses.
Desde el punto de vista bélico, el ejército tradicional español era incapaz de oponerse al avance de las fuerzas francesas, siendo la guerrilla y los sitos la forma de impedir el dominio francés sobre el territorio español. Los sitios consistían en la resistencia de las ciudades españolas al avance francés de todas las maneras con tal de no dejar avanzar al ejército invasor y, de esta forma, desgastar a las tropas napoleónicas. La guerrilla fue la forma espontánea de resistencia armada. Grupos de campesinos, burgueses, sacerdotes o gente de cualquier otra ocupación se organizaban y boicoteaban a los franceses.
Las diferentes fuerzas políticas. La invasión francesa obligó a la toma de postura por parte de la población española. Una pequeña parte, a los que se conoció como afrancesados, aceptaron al nuevo monarca José Bonaparte. El resto de la población formó lo que se conoce como el frente patriótico. Ahora bien, dentro de este bando encontramos posiciones muy diferentes. Nobleza y clero luchaban por la vuelta al Antiguo Régimen. Los ilustrados y los sectores liberales deseaban que la victoria frente a Napoleón permitiese una serie de reformas. Por último, gran parte de la población, al margen de posiciones ideológicas claras, afrontó la guerra como un movimiento de defensa contra un invasor extranjero, solicitando la vuelta a España de Fernando VII.
El desarrollo de la guerra. Napoleón no esperaba encontrar grandes resistencias. Sin embargo, estas previsiones se desbarataron ante la resistencia popular en ciudades como Gerona y Zaragoza o la derrota del ejército francés en la Batalla de Bailén (1808). Ello provocó el aumento de la presencia francesa que llegaron a controlar casi todo el territorio español. A partir de ese momento fue la guerrilla la única fuerza de resistencia real frente al invasor.
A partir de 1812, el curso de la guerra empezó a ser desfavorable para Francia. La campaña de Rusia obligó a Napoleón a desplazar a parte de sus tropas. Además, las fuerzas españolas, apoyadas por el ejército inglés, comenzaron a hostigar a los franceses. Incapaz de mantener los dos frentes, Napoleón decidió pactar el fin del conflicto con los españoles, firmándose en 1813 el tratado de Valencay.
EL LIBERALISMO
Fue la burguesía el sector social qué más defendería las ideas liberales de la Revolución Francesa cuyos principios fundamentales eran:
- Soberanía nacional (el pueblo elige a sus representantes).
- Igualdad ante la ley.
- División de poderes (ejecutivo, legislativo y judicial).
- Monarquía limitada por una constitución.
- Libertad individual.
- Defensa de la propiedad privada.
- Libertad de actividades económicas (desaparecen los gremios).
Sin embargo, estos principios defendidos por la burguesía serían modificados cambiados posteriormente por ella misma, ya que los orientará en su beneficio propio.
LAS CORTES DE CÁDIZ
En el verano de 1808, a comienzos de la guerra de independencia la Junta Suprema Central se reunió en Madrid tras la derrota francesa en Bailén, contaba con miembros tan ilustres como Jovellanos y Floridablanca. Allí la Junta reconoció a Fernando VII como rey legítimo de España. Pero el avance francés en 1810, hizo que la Junta huyera primero a Sevilla y de allí a Cádiz, única ciudad española que resistía el asedio francés gracias a su defensa marítima.
En enero de 1810, la Junta Suprema Central se disolvió dando paso a la convocatoria de Cortes, institución encargada de hacer leyes. El proceso de elección de diputados a Cortes y su reunión en Cádiz fueron necesariamente difíciles. En un país dominado por los franceses era imposible una elección de representantes y en muchos casos se optó por elegir sustitutos o diputados entre las personas de cada una de las provincias que se hallaban en Cádiz, siendo la mayoría clérigos, abogados, funcionarios y profesionales liberales.
El ambiente liberal de la ciudad influyó en que gran parte de los elegidos tuvieron estos ideales. Las cortes se abrieron en septiembre de 1810, y la formación de una cámara única, fue el primer triunfo del liberalismo español, frente a la tradicional representación estamental con tres cámaras. Además, en su primera sesión aprobaron el principio de Soberanía Nacional, además de proponerse la elaboración de una Constitución, que fuera el marco legal que todo español tuviera que cumplir sin importar su rango.
Pero además de la Constitución, las Cortes aprobaron una serie de leyes y decretos dirigidos a eliminar el Antiguo Régimen y establecer un régimen liberal. Así se decretó la supresión de los señoríos jurisdiccionales y los privilegios de la nobleza, se crearon un ejército nacional, se abolió la inquisición, también se adoptaron medidas económicas como la libertad agrícola y ganadera, supresión de los gremios, así como una tímida desamortización eclesiástica.
LA CONSTITUCIÓN DE 1812.
Dos años más tarde, el 19 de marzo de 1812, día de San José, de ahí “la Pepa”, se promulga la Constitución Española, que se caracteriza por un espíritu conciliador entre liberales y absolutistas, así para contentar a los más conservadores se reconocieron los derechos de la Iglesia Católica y sus privilegios, pero se sentaron las bases de un estado liberal:
- Derechos Individuales: se aprobó la libertad jurídica y de imprenta, el derecho de propiedad, el sufragio y ciertas garantías penales, pero no se reconoció la libertad religiosa como concesión a los sectores más conservadores.
- Estado: España se definió como una monarquía parlamentaria, y respecto a la soberanía Nacional, la nación se consideró como el conjunto de todos los ciudadanos de ambos hemisferios, y su poder residía en las cortes, elegidas por sufragio censitario, votaban sólo los varones mayores de 25 años y con una cantidad de dinero. Se aprobó la división de poderes, el Legislativo en las Cortes unicamerales, encargadas de elaborar las leyes, el Ejecutivo con el monarca a la cabeza, pero controlado por las Cortes y refrendado por los ministros, y el Judicial, competencia de los Tribunales de Justicia.
- El Rey: el papel del rey se inspiró en la desconfianza ante un retorno absolutista, así no puede impedir la celebración de Cortes, tampoco puede otorgar privilegios ni monopolios, ni privar a nadie de libertad. No obstante mantiene mucho poder, ya que tiene la potestad de hacer leyes junto a las Cortes, y de ejecutarlas, además posee veto suspensivo durante dos años.
IMPLANTACIÓN DE LA CONSTITUCIÓN DE 1812
El invierno de 1812 estuvo lleno de penalidades, de manera que el descontento generado por esta situación hizo aumentar la oposición al régimen constitucional gaditano por parte de la nobleza y el clero. Además el pueblo, quien debía defender el nuevo sistema, solo quería superar aquella situación de guerra, dejando a un lado las ideas constitucionales. Por estas razones la incidencia de las Cortes en la vida del país fue relativa, y no se pudo llegar a aplicar con efectividad lo legislado en Cádiz, ya que con la vuelta de Fernando VII se suprimió la Constitución, así en 1814 finalizó la experiencia liberal y se volvió al absolutismo.
4. CONCLUSIÓN
Durante la primera mitad del siglo XIX, buena parte de Europa vivió un proceso de profundo cambio. Las estructuras sociales propias del Antiguo Régimen fueron sustituidas por el liberalismo. En ese proceso de lucha entre Liberalismo y el Antiguo Régimen también se vio implicada España.

“Se puede matar al soñador, pero no al sueño” Albernarthy

UNIDAD 2. EL LIBERALISMO DURANTE EL REINADO DE ISABEL II

0. INTRODUCCIÓN
En el periodo que transcurrió entre 1833 y 1868 se produjo en España, al igual que en gran parte de Europa Occidental, la implantación del liberalismo. Durante esta etapa se transformó la estructura del Estado, dando paso a una monarquía constitucional y parlamentaria, se transformó la propiedad feudal en propiedad privada capitalista y se asentó la libertad de contratación, de industria y de comercio. Durante este periodo hemos de destacar una serie de claves que ayudarán a entender el liberalismo:
- Implantación paulatina sistema económico capitalista
- Época constitucional
- Alternancia en el poder entre liberales y moderados.
- Presencia continua de los militares en los diferentes gobiernos: Espartero, Narváez, O’Donell, etc.
- Diversidad de fuerzas políticas
1. CONTEXTO HISTÓRICO MUNDIAL
La Europa de la Restauración (1815) cederá el paso, a partir de la década de los años treinta, a los ideales del liberalismo, que poco a poco se convierten en inspiradores de los regímenes políticos de gran parte de los países europeos. Las revoluciones liberales de 1820, 1830 y 1848 serán el símbolo del acceso al poder del liberalismo. Asistimos a la configuración de un nuevo mapa de Europa, como consecuencia de las unificaciones de Italia y Alemania en los años sesenta. Mientras que Japón experimentará un proceso de cambio importante con la Revolución Meiji, Estados Unidos por su parte vivirá un proceso de guerra civil.
2. ANTECEDENTES
El inicio del reinado de Isabel II estuvo marcado por el problema dinástico. Fernando VII derogó en 1830 con la Pragmática Sanción la Ley Sálica, que desde la llegada de los Borbones en 1713 impedía a la mujer acceder al trono. Este cambio lo hizo ante la posibilidad de que la reina María Cristina de Borbón, embarazada diera a luz una niña. Finalmente en 1830 nace Isabel. Los absolutistas dieron su apoyo a don Carlos, carlistas, de manera que María Cristina comprendió que si quería salvar el trono para su hija, debía buscar apoyos en los liberales.
Así las cosas en 1833 muere el rey, María Cristina con el apoyo de los liberales queda como regente hasta la mayoría de edad de Isabel, que cuenta con tres años, mientras Carlos María Isidro con el apoyo de los absolutistas se proclama rey e inicia un levantamiento en el norte de España, dando inicio a la I Guerra Carlista. Esta guerra civil se extendió por el País Vasco, zonas de Cataluña, Aragón y Valencia. La guerra duró hasta 1839 en que se firmó el Convenio de Vergara entre el liberal Espartero y el carlista Maroto. A partir de entonces Isabel II es reconocida oficialmente en toda España.
3. DESARROLLO DEL TEMA
LA ARTICULACIÓN DEL LIBERALISMO ESPAÑOL. GRUPOS DE PODER
Tras la muerte de Fernando VII tuvo lugar en España el reinado de Isabel II, su reinado supuso el final de la monarquía absoluta y el inicio de la monarquía constitucional. Durante este periodo la diversidad de fuerzas políticas fue muy amplia:
- Moderados (terratenientes, intelectuales, comerciantes, mandos militares, alto clero y nobles) – defienden la propiedad, un sufragio censitario muy reducido, etc. Narváez.
- Progresistas (media y pequeña burguesía, burguesía industrial, burguesía financiera y profesiones liberales) – defienden mayores reformas y un sufragio más amplio. Espartero y Mendizábal son sus mejores representantes.
- Unión Liberal (partido escindido de los moderados) – defienden mayores reformas que los liberales moderados. O,Donell
- Partido Demócrata (partido escindido del progresista) – son el grupo que defiende mayor número de reformas y que tendrá una gran influencia años más tarde.
- Partido Republicano (en contra de la Monarquía) – grupo contrario a la existencia de una monarquía y que accederán al poder de manera efímera en 1873.
- Carlistas (contarios a la monarquía de Isabel II y al liberalismo) – grupo minoritario que defenderá la vuelta al Antiguo Régimen.
EL PERIODO DE REGENCIAS (1833-1843)
La regencia de María Cristina de Borbón, 1833-1840. Durante la minoría de edad de Isabel II se iniciaron en España las reformas liberales, pero aún no se aceptaba la soberanía nacional, mientras los liberales comenzaban a dividirse en moderados-conservadores y progresistas. La Regente María Cristina confió el gobierno a los conservadores, lo que provocó numerosas protestas, por lo que tuvo que nombrar como primer ministro a Martínez de la Rosa, quien hizo frente a los Carlistas. Este, a pesar de ser progresista, promulgó el conservador Estatuto Real de 1834, Carta Otorgada que recogía unas Cortes bicamerales: Estamento de Próceres (alto clero y grandes de España) y de Procuradores, pero en realidad no tenían poder legislativo, sometidas al control de la Corona sin aceptar el principio de Soberanía Nacional.
Los progresistas mostraron su descontento con las tímidas reformas, produciéndose revueltas urbanas a partir de 1835, sobre todo en Barcelona, con incendios de conventos y la fábrica de Bonaplata, que dieron lugar a la formación de Juntas Locales. María Cristina se vio obligada a llamar al progresista Mendizábal a formar gobierno, quien decretó la desamortización de los bienes del clero, 1836-37, para hacer frente a la guerra y a la deuda pública. Pero la nobleza y clero presionan a la Regente para que se deshiciera de Mendizábal, que fue destituido, lo que produjo el levantamiento de la guarnición de la Granja, la Sargentada, María Cristina se ve obligada a volver a llamar a los progresistas y restablecer la Constitución de Cádiz.
Estos redactaron la Constitución de 1837, aunque progresista, en realidad era un replanteamiento conservador de la de Cádiz, se introducía una segunda cámara, y la Corona ostentaba mayores poderes: disolución del parlamento y un sistema electoral censitario. No obstante supuso la disolución definitiva del régimen señorial, los señores perdían su jurisdicción, aunque conservaban la propiedad de la tierra.
Tras las elecciones de 1837, los moderados con mayoría en el parlamento, prepararon la Ley de Ayuntamientos de 1840, por la cual la Corona nombraría a los alcaldes de las capitales de provincia y grandes ciudades, lo que perjudicaba a los progresistas. Esto fue contestado con alzamientos por todo el país, que provocaron la dimisión de la regente, siendo sucedida por el prestigioso general progresista Espartero, vencedor de la Guerra Carlista.
Fue este, el final de la I Guerra Carlista, el hecho más positivo. Tras los fracasos carlistas de Zumalacárregui y la Marcha Real, llegándose al acuerdo en 1839 con el Convenio o “Abrazo de Vergara”, entre el carlista Maroto y el isabelino Espartero, por el que se finaliza la contienda, a cambio los carlistas mantendrían su graduación militar y las regiones forales, País Vasco y Navarra, sus derechos.
La Regencia de Espartero, 1841-1843. Sin embargo éste mostró una actitud autoritaria en 1842, cuando abrió el mercado español a los tejidos de algodón ingleses, de más calidad y baratos, amenazando la industria catalana, lo que provocó un levantamiento general en Barcelona, por lo que bombardeó la ciudad. Espartero se vio obligado a dimitir y exiliarse ante la presión de los moderados O´Donnell y Narváez, las Cortes para evitar una nueva regencia proclamaron a Isabel reina con 13 años.
EL REINADO DE ISABEL II (1843-1868)
La Década Moderada, 1844-1854. Tras la caída de Espartero en 1843 y la proclamación como reina de Isabel II con sólo trece años, los moderados se hicieron con el poder, siendo jefe de Gobierno fue elegido Narváez, quien reprimió cualquier levantamiento progresista, aprobándose la conservadora Constitución de 1845. Esta proclamaba la soberanía conjunta del Rey y las Cortes, a las que se les disminuía sus atribuciones legislativas, con senado nombrado por la Reina, quien además nombraba a los ministros. Se suprimió la Milicia Nacional (fuerza nacional creada en 1808 y alternativa al ejército regular), y aunque se mantuvo la declaración de derechos de 1837, se decretó la exclusividad de la Religión Católica. La Constitución mostraba también los símbolos del centralismo y la uniformización, el control de la Corona de los Ayuntamientos y el control de la Administración.
Hay que destacar el Concordato de 1851 con la Santa Sede, por el que se suspendía la venta de bienes eclesiásticos, hecho que se tradujo en el apoyo de la iglesia católica a Isabel II. Por otra parte se crea de manos del Duque de Ahumada la Guardia Civil en 1844, que velaba por mantener el orden público y la vigilancia de la propiedad privada rural.
Pero se producen levantamientos de progresistas y parte de los moderados ante la pretensión real de fortalecer el poder ejecutivo en detrimento del parlamento, así en 1854 se da el pronunciamiento de Vicálvaro, Vicalvarada, por parte del general O´Donnell. Por otro lado, sectores moderados y progresistas contrarios al gobierno elaboraron el manifiesto de Manzanares en demanda del cumplimiento de la Constitución, de la reducción de impuestos y de la reimplantación de la Milicia Nacional, a lo que accedió la Reina, llamando a formar gobierno a Espartero.
El Bienio Progresista, 1854-1856. Durante dos años, el nuevo gobierno intentó restaurar los principios del régimen constitucional de 1837. Se restauró la Milicia Nacional y se inició la elaboración de la Constitución de 1856, que no llegaría a ser promulgada (non data).
En 1855 de manos de Pascual Madoz se continuó la labor desamortizadora, afectando a los bienes de la iglesia, del Estado, de las órdenes militares y de los ayuntamientos, con un volumen de venta mucho mayor que la de Mendizábal, el objetivo era conseguir recursos para la modernización del país. También importante fue la Ley de Ferrocarriles de 1855, que regulaba su construcción y ofrecía incentivos a las empresas que invirtieran en él, de esta manera capitales extranjeros (franceses) acudieron en masa al mercado español. Pero además de capital, también se importaron materiales, por lo tanto su construcción no tuvo el arrastre económico para la industria como lo había tenido en otras partes de Europa.
Pero el principal problema fue la conflictividad social, aumentada a causa de la crisis económica, así se da un levantamiento en Barcelona en 1855, catalogado como la primera Huelga General de la Edad Contemporánea en España, con asaltos e incendios de fábricas y fincas, ante lo que Espartero dimite, por lo que Isabel II llama a O´Donnell, que reprime las protestas.
El Desmoronamiento de la Monarquía Isabelina, 1856-1866. En 1858 los moderados fueron sustituidos por la Unión Liberal (O’Donnell), produciéndose a partir de ese momento cierta estabilidad política caracterizada por la vuelta al conservadurismo, restableciéndose la Constitución de 1845, anulando la libertad de imprenta y parando la desamortización. También tiene lugar una política exterior activa y agresiva, desarrollándose acciones en Indochina, México o Marruecos.
La segunda etapa que se extiende desde 1863-1868 estuvo en manos de los Moderados de Narváez y se caracteriza por la crisis final del reinado de Isabel II. El moderantismo gobernó de forma autoritaria al margen de las Cortes, pero tuvo que hacer frente a numerosos problemas: crisis del ferrocarril por su escasa rentabilidad, y recesión industrial en Cataluña por la suspensión de importaciones de algodón de EE.UU. por su Guerra de Secesión (1861-1865). O´Donnell en 1866 reprime con dureza una revuelta de los sargentos del cuartel de San Gil, que pedían reformas políticas, ante las numerosas críticas acabó dimitiendo.
El Pacto de Ostende. Los siguientes gobiernos de Narváez hacen oídos sordos a los problemas, hasta que en 1866 se firmó el Pacto de Ostende, por progresistas y demócratas, a quienes se adhieren los unionistas tras la muerte de O´Donnell en 1867. Este pacto planteaba una alternativa revolucionaria a la caduca monarquía. Así se inicia la Revolución la Gloriosa, cuando la escuadra concentrada en la bahía de Cádiz al mando del almirante Topete se sublevó, sumándose el progresista Prim y el unionista Serrano, surgiendo Juntas Revolucionarias en numerosas ciudades. Ante esta situación el gobierno y la Corona se encontraron completamente aislados, así, cuando las escasas tropas fieles a la corona fueron derrotadas en la batalla del Puente de Alcolea, Córdoba, el gobierno no vio más salida que dimitir e Isabel II exiliarse a Francia.

4. CONCLUSIÓN
La configuración del Estado liberal en España fue un proceso largo y complejo. Se inició con una prolongada guerra entre carlistas y liberales y continuó salpicado de entrenamientos entre los partidos políticos, levantamientos populares, pronunciamientos del ejército y, finalmente, la revolución de 1868.
Podemos decir que a la revolución de 1868, “La Gloriosa”, se llegó por el agotamiento y la impopularidad del moderantismo y de la monarquía de Isabel II. Además existía una situación de crisis del sistema capitalista español. A la crisis del ferrocarril, de la industria catalana, se sumó otra de subsistencia, que se inició por una serie de malas cosechas que dieron como resultado una carestía de trigo, de manera que una gran parte de la población tenía motivos para alzarse contra el sistema isabelino.



“He nacido hoy de madrugada, viví mi niñez esta mañana y sobre el mediodía ya transitaba mi adolescencia, y no es que me asuste que el tiempo se pase tan deprisa, sólo me inquieta un poco pensar que tal vez mañana sea demasiado viejo para hacer lo que he dejado pendiente”. Jorge Bucay

UNIDAD 3. ANÁLISIS Y VALORACIÓN DE LAS MEDIDAS DESAMORTIZADORAS

0. INTRODUCCIÓN
El apoyo del clero a la causa carlista y la necesidad estatal de recursos financieros impulsaron la obra desamortizadora, enmarcada dentro del amplio programa de reformas del proyecto liberal. La desamortización constituyó la medida más revolucionaria entre las adoptadas. En el Antiguo Régimen fue runa práctica común que determinados sectores sociales dispusiera de una masa de bienes acordes con su protagonismo social.
Con el término desamortización se entiende el liberar a la circulación las tierras y transformarlas en mercancías, así se deshacía la norma feudal que impedía comerciar con la riqueza patrimonial perteneciente a instituciones estamentales, como la Iglesia, aristocracia, corona y municipios.
1. CONTEXTO HISTÓRICO
El nacimiento en algunos países (Gran Bretaña, Francia, Alemania y Bélgica) de una nueva sociedad donde la industria era la actividad principal codujo a un aumento de la producción y del producto por habitante de una magnitud desconocida hasta entonces. Las malas condiciones de los trabajadores de las fábricas dieron lugar al nacimiento del movimiento obrero, destacando el marxismo y el anarquismo.
2. ANTECEDENTES
La agricultura era la actividad económica principal durante el siglo XIX, generaba el 56% de la renta nacional y empleaba a dos tercios de la población española, sin embargo era un sector estancado. Esto se debía a que los grandes propietarios no invertían en mejorar la agricultura porque la mano de obra era abundante y barata. Por otra parte, el tipo de propiedad señorial hacía que desde los repartimientos cristianos las tierras estuvieran en manos de la nobleza, Iglesia y Ayuntamientos (manos muertas) no pudiendo ser vendidas ni repartidas, lo que encarecía el precio de la tierra por la poca superficie que quedaba libre. De esta manera los campesinos que eran pequeños propietarios o arrendatarios no disponían de capital para comprar más tierras ni para introducir innovaciones, ya que además soportaban numerosos impuestos.
3. DESARROLLO DEL TEMA
PRIMERAS MEDIDAS DESAMORTIZADORAS
Las primeras medidas de desamortización se centraron en los bienes de los municipios, así fue desde los planes ilustrados que comenzaron en 1766 en el reinado de Carlos III, siendo una desamortización menos llamativa que la eclesiástica posterior. A iniciativa de los reformistas ilustrados del gobierno de Godoy, en 1805 arrancó otra importante desamortización, centrada en los bienes de la Iglesia. La siguiente comienza en 1808 cuando Napoleón mandó reducir a un tercio los conventos españoles, así con José I arrancaba el primer proceso desamortizador de envergadura, no obstante tuvo escasa incidencia por el contexto histórico en el que se desarrolló.
Las Cortes de Cádiz harían igualmente su labor en este plano, abordando la correspondiente legislación desamortizadora tanto eclesiástica como civil, a ello se sumaba que desde 1811 se declaraba abolido el régimen señorial. Pero la presencia francesa en la Península, y el regreso del absolutismo con Fernando VII limitó sus efectos, ya que abolió toda la obra anterior a 1814, devolviendo gran parte de los bienes confiscados. Sin embargo, en el Trienio Liberal (1820-1823), se continuó con las medidas desamortizadoras, suprimiendo los mayorazgos y los señoríos, pero de nuevo en la Década Ominosa (1823-1833), se suprimió toda medida desamortizadora.
DESAMORTIZACIONES DE MENDIZÁBAL Y MADOZ
Tras la muerte de Fernando VII reapareció el objetivo de la desamortización dentro de los sectores liberales, llevándose a cabo las dos desamortizaciones más importantes: las de Mendizábal y Madoz. Estos procesos los llevaron varios gobiernos de Isabel II, influidos por el liberalismo económico, así pretendían poner la tierra en manos de propietarios individuales que fueran totalmente dueños de sus propiedades con plena libertad para comprar, vender, arrendar y cultivarlas como creyesen más oportuno. Este tipo de nuevo propietario, se consideraba que podría introducir formas modernas de cultivo para obtener una mayor productividad de sus fincas, y esta producción debería estar destinada al comercio. De esta manera, se intentaba modernizar el sector económico principal del país, la agricultura, que pese a su importancia estaba muy estancada.
El paso previo a la desamortización, era la nacionalización de los bienes de manos muertas, excepto los de la nobleza, para después ponerlos a disposición de propietarios privados, aunque siempre con la obtención por parte del Estado de unos beneficios. Paralelamente, se dieron modificaciones en el sistema de propiedad de la tierra, ya que se suprimieron los mayorazgos y la propiedad colectiva, de manera que la tierra se convirtió en una mercancía.
La primera desamortización, fue conocida como Eclesiástica, realizada por el presidente y ministro de Hacienda Mendizábal en 1836 durante la regencia de María Cristina de Borbón, cuando se nacionalizaron los bienes de las órdenes religiosas y se vendieron en pública subasta. Los objetivos de la desamortización eran varios: con esta medida se pretendía a través de las ventas, sanear la Hacienda Pública muy endeudada por el coste de las Guerras Carlistas; modernizar el sector agrícola para que así creciera la economía nacional; y se pensaba que si las tierras eran compradas por campesinos, se crearía una amplia clase media enriquecida gracias al liberalismo, de manera que estarían obligados a apoyar la monarquía de Isabel II frente al carlismo, que le quitaría sus tierras.
Sin embargo, ninguno de estos objetivos se cumplieron debido al sistema de venta elegido, la subasta, ya que los campesinos no pudieron comprar las tierras frente a las ofertas de nobles y algunos burgueses ricos, de manera que no se creó esa base social que apoyara al régimen liberal. Además, al ser la nobleza la única que compró tierras, la competencia fue escasa por lo que el beneficio que sacó el Estado fue pequeño, así que tampoco sirvió para sanear las arcas públicas. De esta manera, paradójicamente, la primera desamortización pese a su importancia y trascendencia no cambió demasiado el panorama, ya que aunque las tierras cambiaron de manos, siguieron en propiedad de los que ya tenían, así que la concentración fue aún mayor, no sirviendo para modernizar el sector ni aumentar la producción agrícola.
La segunda gran desamortización fue la propuesta por el ministro Pascual Madoz en 1855, durante el Bienio Progresista (1854-1856). Se denominó desamortización General o Civil, porque se pusieron a la venta además de los bienes eclesiásticos y de las órdenes militares, los pertenecientes al Estado y a los municipios, tratando así de privatizar todas las tierras públicas susceptibles de ser cultivadas. Si la desamortización anterior no supuso apenas cambios, esta tuvo mayores efectos, aunque negativos. Se vendieron todas las tierras públicas que pudieran ser cultivadas, incluidas las de los ayuntamientos: los bienes de propios y comunales, que hasta el momento servían a los municipios de fuente de ingreso al arrendarlas a los vecinos, mientras estos las alquilaban a buen precio, de manera que las corporaciones locales dejaron de percibir esos recursos y los campesinos perdieron tierras de cultivo.

CONSECUENCIAS DE LAS DESAMORTIZACIONES
Consecuencias socioeconómicas: La Iglesia sufrió un duro golpe, privado de su fuente económica, el poderoso clero regular (monjes) vio reducidos sus efectivos humanos, mientras el clero secular (curas) pasó a depender de la dotación económica del Estado. La nobleza no perdió su base económica en la que se apoyaba su influencia social, sino que aumentó, aunque sus propiedades de tipo feudal se transforman en simplemente privadas, pero no las convirtieron en modernas empresas agrarias de tipo capitalista. Junto a la nobleza, creció una nueva clase de terratenientes formada por una burguesía rica que se aristocratiza, pero que tampoco supo modernizar el campo, mientras el dinero invertido en estas tierras no se dedicó a la necesaria industrialización del país.
Los campesinos arrendatarios vieron empeorar su situación, ya que los nuevos propietarios hacían más duras las condiciones del contrato de alquiler, porque preferían tratar con grandes arrendatarios que cultivaban muchas tierras con el auxilio de los jornaleros, en vez de hacerlo con muchos pequeños inquilinos. El porcentaje de jornaleros aumentó, por el crecimiento de la población, pero sobre todo por la anulación de muchos contratos. Así mismo, la situación empeoró aún más, al quedar privados del derecho a usar las tierras comunales de los ayuntamientos, de esta forma quedaron convertidos en verdaderos proletarios (obreros) del campo, sujetos a unos salarios muy bajos y a largos periodos de paro.
Consecuencias políticas: Pese a los errores vistos, podemos decir que la desamortización ayudó a la consolidación del Estado liberal, ya que se acabó con el poder económico de una Iglesia conservadora. Además, definitivamente se terminó con el feudalismo agrario, al transformarse la tierra en una mercancía de compra venta. Por último, la nobleza comenzó a ser menos contraria al régimen liberal gracias a que se habían enriquecido, aunque siempre perteneciendo a un género más conservador. En el terreno urbanístico, cultural y religioso, en las ciudades, los edificios de los conventos fueron derribados para construir grandes plazas, suponiendo una importante transformación. Finalmente, desde 1836 se produjo una ruptura entre el Estado español y la Iglesia, no siendo superada hasta el Concordato de 1851.
4. CONCLUSIÓN
La importancia de estas medidas fue considerable. Pretendía privar a los antiguos estamentos de su fuerza económica y dotar de tierras a los campesinos carentes de ella, al tiempo que propiciaban una explotación más adecuada del campo español. Podemos decir que la desamortización fue una medida que tomó el Estado liberal para romper el monopolio de la riqueza ligada al estamento eclesiástico, a la vez que buscaba dar salida al mercado un gran patrimonio. Tal proceso constituyó un elemento esencial para comprender el transito de la sociedad del Antiguo Régimen al liberalismo, en el que la propiedad se concebía como individual y absoluta en su capacidad de gestión, acabando así con el régimen de manos muertas. Esto era un paso imprescindible en la organización económica para el despliegue del sistema capitalista, ampliamente ligado al régimen liberal.

“El sida es un problema médico, pero la razón de las muertes es un problema político. En África mueren 6500 personas de una enfermedad con cura preventiva. Las vacunas con retrovirus existen, pero creo que no se le da el mismo valor a la vida en África que en Europa”.
Bono (cantante de U2)

UNIDAD 4. EL INTENTO DE REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA: EL SEXENIO REVOLUCIONARIO (1868-1874)

0. INTRODUCCIÓN
La Revolución de 1868 abriría un período de reforma social, política y económica que iba más allá del simple cambio de gobierno. Las fuerzas burguesas, con el apoyo de los sectores populares, iniciaron una experiencia de gobierno democrático que, bajo la forma de monarquía o de república, diera satisfacción a los intereses de los distintos grupos sociales. Sin embargo, las dificultades de este período fueron extraordinarias y, en 1874, un nuevo golpe militar pondría fin a la experiencia democrática y abriría el camino al retorno de los Borbones.
1. CONTEXTO HISTÓRICO MUNDIAL
La Europa de la Restauración (1815) cederá el paso, a partir de la década de los años treinta, a los ideales del liberalismo, que poco a poco se convierten en inspiradores de los regímenes políticos de gran parte de los países europeos. Las revoluciones liberales de 1820, 1830 y 1848 serán el símbolo del acceso al poder del liberalismo. Asistimos a la configuración de un nuevo mapa de Europa, como consecuencia de las unificaciones de Italia y Alemania en los años sesenta. Mientras que Japón experimentará un proceso de cambio importante con la Revolución Meiji, Estados Unidos por su parte vivirá un proceso de guerra civil.
2. ANTECEDENTES
Al final del reinado de Isabel II, nos encontramos con un moderantismo que gobernó de forma autoritaria al margen de las Cortes, pero tuvo que hacer frente a numerosos problemas, como la crisis del ferrocarril por su escasa rentabilidad y la industrial en Cataluña por la suspensión de importaciones de algodón de EE.UU. por la Guerra de Secesión. O´Donnell en 1866 reprimió con dureza una revuelta de los sargentos del cuartel de San Gil, que pedían reformas políticas, ante las numerosas críticas acabó dimitiendo. Los siguientes gobiernos de Narváez hicieron oídos sordos a los problemas, hasta que en 1866 se firmó el Pacto de Ostende, que formaba un grupo contrario a la monarquía isabelina.
3. DESARROLLO DEL TEMA
LA REVOLUCIÓN DE 1868
Causas de la Revolución de 1868. Una serie de circunstancias provocaron el malestar general hacia la monarquía de Isabel II. A partir de 1860 la crisis económica y política se aunó y provocaron una inestable situación en la España de Isabel II.
La crisis financiera se originó por la evidencia de que las inversiones ferroviarias no eran rentables (los ferrocarriles españoles producían unos rendimientos muy escasos). Esto coincidió con una grave crisis industrial motivada por la Guerra de Secesión en EEUU que había paralizado la exportación de algodón. La crisis de subsistencias vino provocada esencialmente por una serie de malas cosechas que dieron como resultado una carestía de trigo.
A nivel político, en el año 1868, una gran parte de la población (grandes negociantes, industriales, obreros y campesinos, etc.) tenía motivos para alzarse contra el sistema isabelino. Ante la represión política sistemática y el cierre de las cortes decretado por los gobiernos moderados, la oposición estableció una plataforma para acabar con el moderantismo en el poder.
Pacto de Ostende. Firmado por progresistas y demócratas exiliados en 1866. El pacto era claramente anti-isabelino y la cuestión de la forma de gobierno –monarquía o república- sería decidida por unas Cortes elegidas por sufragio universal. A dicho pacto se unieron los unionistas tras la muerte de O´Donell. Esta unión fue fundamental para el triunfo de la revolución. Los unionistas aportaron una buena parte de la cúspide del ejército y privaron a Isabel II del apoyo de gran parte de los militares.
La Gloriosa. El 19 de septiembre de 1868, la escuadra concentrada en la bahía de Cádiz al mando de Topete se sublevó. Prim (progresista) y Serrano (unionista) se unieron con los sublevados y rápidamente en muchas ciudades se constituyeron Juntas Revolucionarias que organizaron la rebelión. Ante esta situación el gobierno y la Corona se encontraron completamente aislados, puesto que su actitud había provocado que sólo contasen con el apoyo de un grupo muy reducido, la “camarilla” situada alrededor del gobierno de Isabel II. Cuando las escasas tropas fieles al gobierno fueron derrotadas en Alcolea, el gobierno no vio más salida que dimitir e Isabel II partió en exilio a Francia.
Durante esas primeras semanas, el poder efectivo estuvo en manos de la Juntas Revolucionarias, y del movimiento popular que acabó con el moderantismo y destronó a los Borbones. Sin embargo, se evidenció rápidamente que en la revolución de 1868 existían diversas revoluciones y que la que se iba a imponer era la de Prim (progresista) o Serrano (unionista). Fuera quedaban, frustradas las revoluciones de los demócratas, republicanos y de las masas populares. Así, los firmantes del Pacto de Ostende constituyeron un gobierno provisional, ordenaron disolver las Juntas y desarmar a la Milicia Nacional.
EL GOBIERNO DE 1869.
El Gobierno Provisional y la Constitución de 1869. El Gobierno Provisional puso rápidamente en marcha un programa de reformas. Fueron inmediatamente reconocidos la libertad de imprenta, el derecho de reunión y asociación y el sufragio universal masculino; se aprobó la reforma de la enseñanza, la desamortización de Ayuntamientos y Diputaciones y la emancipación de los hijos de los esclavos en las colonias. Al mismo tiempo, el Gobierno Provisional convocó elecciones a Cortes Constituyentes por sufragio universal masculino y que dieran la victoria a la coalición gubernamental (progresistas, unionistas y un sector de los demócratas). Además, crearon tres importantes minorías dentro de las Cortes: los carlistas, los moderados y los republicanos.
La Constitución de 1869, claramente liberal democrática, perfilaba un régimen de libertades muy amplio, proclamando la soberanía nacional y confirmando el sufragio universal masculino. Incluía una amplísima declaración de los derechos en la que junto a los tradicionales se garantizaba la libertad de residencia, enseñanza o culto. La monarquía se mantuvo como forma de gobierno (al rey le correspondía el poder ejecutivo). Hay que añadir que se proclamaba, como en otras constituciones, la independencia del poder judicial creando un sistema de oposiciones a juez que acababa con el nombramiento de éstos por el gobierno.
La política económica de esta etapa se caracterizó por la defensa del librecambismo y por la apertura del mercado español a la entrada del capital extranjero. En un intento de unificar el sistema monetario se fijo la peseta como unidad monetaria; pero el problema más grave fue la situación de la Hacienda con una elevada deuda Pública que forzó a utilizar parte del patrimonio minero, mediante su venta o concesión, para sanearla. La última gran acción sobre la economía fue la liberalización de los intercambios exteriores.
Sin embargo, la forma de gobierno monárquica disgustó a los republicanos; el mantenimiento del culto y del clero aprobado por la Constitución no era del agrado de sectores anticlericales y, sobre todo el modelo socio-económico continuó intacto, con los que campesinos, jornaleros o trabajadores de fábrica no vieron mejorar su situación. De este modo, fueron penetrando en España las ideas anarquistas y socialistas.
LA MONARQUÍA CONSTITUCIONAL
La monarquía de Amadeo de Saboya (1870-1873). El triunfo en las elecciones de los partidos que defendían la monarquía dio lugar a que la principal tarea del gobierno consistiese en encontrar un monarca que sustituyese a los Borbones. El general Prim fue el encargado de sondear a todos los embajadores extranjeros a fin de encontrar un consenso internacional sobre el candidato, hasta que, por fin, consiguió imponerse la candidatura de Amadeo de Saboya. No obstante, tras ser coronado y tres días antes de su llegada a España, se quedó sin su consejero más fiel, puesto que Prim había sido asesinado.
La oposición a la nueva Monarquía. Desde el punto de vista político, Amadeo I contó desde el principio con la oposición de los moderados, al frente del cual se situó Cánovas del Castillo, eran partidarios de la restauración de la monarquía en el hijo de la Reina, el príncipe Alfonso. Inmediatamente esta opción contó con el apoyo de la Iglesia, en contra de la situación tras el decreto de Prim que obligaba al clero a jurar la Constitución de 1869. Respecto a la elite rica, desconfió de un monarca que permitía una legislación que atentaba contra sus intereses: abolición de la esclavitud en Cuba, regulación del trabajo infantil, etc.
Como es natural, tampoco podía contar con el apoyo de los republicanos y sectores populares para los que el problema consistía en el cambio de sistema social. Los sectores carlitas, por su parte, se volvieron a azar en armas en 1872, animados por las posibles expectativas de sentar en el trono a su candidato Carlos VII (tercera guerra carlista).
Por otro lado, se había iniciado en Cuba, con el llamado “grito de Yara”, la Guerra de los Diez Años. Aunque el gobierno intentó sacar adelante un proyecto de abolición de la esclavitud, la negativa por parte de los sectores económicos españoles con intereses en Cuba frustró una solución pacífica (y convirtió la guerra en un grave problema para el gobierno). También en 1872 se produjeron una serie de insurrecciones de carácter federalista, en las que se combinaba la acción de los republicanos con la influencia de las ideas anarquistas y socialista, que aumentaron la inestabilidad del régimen.
La crisis final del reinado, a pesar de todo, vino provocado por la desintegración de la coalición gubernamental (unionistas, progresista y demócratas) que dejó al monarca sin apoyo. Privado de todo apoyo, el 10 de febrero de 1873, Amadeo de Saboya presentaba su renuncia al trono.
LA PRIMERA REPÚBLICA, 1873-18744).
La experiencia de la República Federal. Las Cortes, en las que se depositaba la soberanía en ausencia del monarca, decidieron someter a votación la proclamación de una República, que fue aprobada el 11 de febrero de 1873. Pero gran parte de la cámara era monárquica y su voto a favor fue una estrategia para acelerar el proceso de deterioro político que diera tiempo a organizar el retorno de los Borbones.
Sus únicos partidarios eran los republicanos representados por los diputados del Partido Demócrata Republicano Federal que propugnaba un sistema de pactos entre los distintos pueblos o regiones como una forma nueva de articular el Estado español. Los federales eran además, partidarios del laicismo del Estado, de la ampliación de los derechos democráticos y de la intervención del Estado en la regulación de las condiciones laborales. Contaban con el apoyo de la pequeña burguesía y campesinos y obreros, antes de que fueran atraídos por las ideas anarquistas y socialistas. No obstante, en las ciudades aparecieron de nuevo revueltas populares que reclamaban la abolición de los consumos; que gravaban los productos básicos, y las quintas (en las que se admitía redención por dinero).
Ahora bien, gran parte de los dirigentes republicanos se mostraron a favor de respetar la legalidad, disolvieron rápidamente las juntas y reprimieron las revueltas populares. Pacificado el panorama se convocaron elecciones a Cortes constituyentes que ganaron los republicanos (aunque hubo un 60 % de abstención). Así, comenzaron a redactar un proyecto de Constitución (1873) que declaraba la organización federal de la República: el poder se repartía entre las instituciones autónomas y reconocía quince Estados federales más Cuba y Puerto Rico. Por lo demás, la constitución era muy parecida a la de 1869.
Los problemas de la República. El conflicto carlista, por otra parte, se había acelerado. En Cuba continuaba la guerra y la República fue incapaz de mejorar la situación. Por último, la población radicalizada por las aspiraciones revolucionarias expandidas por núcleos anarquistas se alzó en cantones independientes, entre los que destacó el de Cartagena.
Ante la disyuntiva de tener que sofocar por las armas la revuelta, Pi i Margall, que se encontraba al frente del gobierno, dimitió. Su sustituto, Salmerón, inició una acción militar contra el movimiento cantonal; pero abandonó el gobierno al sentirse incapaz de firmar las penas de muerte impuestas. Para reemplazarle fue nombrado jefe de gobierno Castelar, representante de la línea más conservadora del republicanismo; sin embargo, temiendo ser destituido por no tener mayoría en las Cortes, gobernó autoritariamente. Aún así, fue derrotado.
EL FINAL DE LA REPÚBLICA
Resultaba inminente la formación de un gobierno de centro-izquierda y para impedirlo, el general Pavía invadió el hemiciclo con fuerzas de la Guardia Civil y disolvió por la fuerza la Asamblea. De esta manera, el poder pasó a manos de una coalición de unionistas y progresistas con el general Serrano a la cabeza, que intentó estabilizar un régimen republicano de carácter conservador. Al mismo tiempo, el príncipe Alfonso había firmado el Manifiesto de Sandhurst que sintetizaba el programa de la nueva monarquía: conservadora y católica y defensora del orden social. Finalmente, en diciembre de 1874, el pronunciamiento militar de Martínez Campos proclamaba rey de España a Alfonso XII.
4. CONCLUSIÓN.
La crisis general de la última etapa del reinado de Isabel II hizo posible la confluencia de intereses de toda una serie de fuerzas políticas, sociales y económicas marginadas del sistema moderado e interesados en un programa de renovación democrática y de recuperación económica. El Sexenio Revolucionario fue una de las primeras experiencias puramente democráticas en la historia de España, destacando lo llamativo de la llegada de la I República Española. Pero las continuas convulsiones que sacudieron al país con continuos cambios de gobiernos, y de sistemas políticos imposibilitaron su normalización y su pervivencia en el tiempo.




“Ajustar cuentas con el pasado constituye un paso obligado para toda sociedad que intente construir un proyecto de futuro”. Mimmo Cándido

UNIDAD 5. EL RÉGIMEN DE LA RESTAURACIÓN Y EL SISTEMA CANOVISTA.
0. INTRODUCCIÓN
El final del Sexenio dará pasó a la Restauración de la Monarquía, un largo período de la España contemporánea que se extiende hasta el golpe de Estado de Primo de Rivera en 1923. La Restauración sería periodo de estabilidad constitucional, de modernización económica y de alejamiento del ejército de la vida política, pero también lo fue de dominio de la burguesía oligárquica, de caciquismo, de falseamiento electoral, etc.
1. CONTEXTO HISTÓRICO MUNDIAL
El desarrollo de una segunda revolución Industrial en el último tercio del siglo XIX trajo aparejado el desarrollo de una política imperialista. El Congreso de Berlín en 1885 ejemplifica el reparto del mundo que llevaron a cabo las potencias europeas y que a la larga conduciría al inicio de la I Guerra Mundial.
2. ANTECEDENTES
En el periodo que transcurrió entre 1833 y 1868 se había producido en España la implantación del liberalismo, etapa durante la cual se transformó la estructura del Estado, dando paso a una monarquía constitucional y parlamentaria. El deterioro de la monarquía de Isabel II dio paso en 1868 al llamado Sexenio Revolucionario. Durante este periodo, las fuerzas burguesas, con el apoyo de los sectores populares, iniciaron una experiencia de gobierno democrático que, bajo la forma de monarquía o de república, diera satisfacción a los intereses de los diferentes grupos sociales.
3. DESARROLLO DEL TEMA
EL FINAL DE LA REPÚBLICA
Desde febrero de 1873 a diciembre de 1874 se mantuvo la I República. El problema carlista, la guerra en Cuba, los alzamientos cantonalistas, la crisis de gobierno (Pi i Margall, Salmerón y Castelar) y la oposición del resto de grupos políticos provocaron el final de la corta experiencia republicana. En 1874, el pronunciamiento militar de Martínez Campos proclamaba rey de España a Alfonso XII.
LOS FUNDAMENTOS DEL SISTEMA DE LA RESTAURACIÓN
Las bases del sistema canovista. La Restauración es el sistema político ideado por Antonio Cánovas del Castillo quien creía en la existencia de unas “verdades básicas” indiscutibles, porque formaban parte de la propia Historia, entre estas destacaba la “monarquía legítima”, encarnada por la dinastía borbónica, a esta “verdad básica”, se unían otras como la propiedad privada o la unidad de España. Con estas ideas se creó el sistema de la Restauración o Canovista, caracterizado además por su conservadurismo y un parlamentarismo liberal “no democrático”. Además, la Restauración pretendía superar algunos de los problemas endémicos del liberalismo precedente: el carácter partidista y excluyente de los moderados durante el reinado de Isabel II, el intervencionismo de los militares en la vida política y la proliferación de enfrentamientos civiles.
La Constitución de 1876. Las bases del nuevo sistema quedaron fijadas en la Constitución de 1876, de carácter moderado e inspirada en parte en la de 1845. Se trataba de una constitución más abierta en la cual la defensa de valores tradicionales fuese compatible con la incorporación, a medio plazo, de algunos de los principios democráticos de 1868. La Constitución establecía la soberanía compartida entre las Cortes y la Corona, institución que estaba al margen de cualquier decisión política. Reconocía a la Corona como uno de los pilares del nuevo régimen y se le otorgaba el derecho de veto, la potestad legislativa compartida con las Cortes y el nombramiento de ministros. Las Cortes se organizaron en dos cámaras: el Congreso de los Diputados y el Senado. Se proclamó la confesionalidad católica del Estado y, en consecuencia, se restableció el presupuesto de culto y clero. La declaración de derechos era amplía, pero se remitían a leyes ordinarias posteriores que tendieron a restringirlos.
Los pilares básicos sobre los que se apoyaba el sistema canovista eran la Corona, los partidos dinásticos y el ejército. La monarquía se consideraba una institución incuestionable y permanente que se hallaba por encima de cualquier decisión política. Su papel era ejercer como árbitro en la vida política y garantizar el buen entendimiento y la alternancia en el poder entre los partidos políticos. Su papel era ejercer como árbitro en la vida política y garantizar el buen entendimiento y la alternancia en el poder entre los partidos políticos. El poder debía ser compartido de forma alternativa entre los dos grandes partidos dinásticos, el conservador y el liberal, que renunciaban los golpes de fuerza (pronunciamientos) como mecanismo para acceder al gobierno. El tercer pilar era el ejército al que se quería alejar definitivamente de la intromisión en la vida política como había ocurrido durante todo el S. XIX: Riego, Narváez, O´Donell, Prim o Espartero (el proceso de despolitización del ejército fue más aparente que real).
El fin de los conflictos bélicos. La Restauración va a traer el fin de los conflictos bélicos y por lo tanto la estabilidad al régimen. Algunos representantes del carlismo reconocieron a Alfonso XII, mientras que el resto del carlismo sería reducido paulatinamente bajo el mando del general Martínez Campos. En 1876 don Carlos cruzó la frontera francesa hacia el exilio y la guerra se dio por finalizada. Consecuencia inmediata de la derrota carlista fue la abolición definitiva del régimen foral, quedando los vascos sujetos al pago de los impuestos y al servicio militar comunes a todo el Estado. Ahora bien, se estipula un sistema de “conciertos económicos”, concediendo cierta autonomía fiscal (ellos recaudan los impuestos directamente y luego lo envían a la administración central).
El final de la guerra carlista permitió el envío de nuevas tropas a Cuba, donde en un par de años se puso fin al conflicto bélico. En 1878 se firmó la Paz de Zanjón, que incluía una amplia amnistía, la abolición de la esclavitud y la promesa de reformas políticas y administrativas. El incumplimiento de estas reformas marcaría el inicio de nuevos conflictos en 1879 y 1895.
La alternancia en el poder. El sistema político de la Restauración se basaba en la existencia de dos grandes partidos, conservador y liberal, que coincidían ideológicamente en lo fundamental, pero asumían de manera consensuada dos papeles complementarios. Ambos partidos confluían en la defensa de la monarquía, la Constitución, la propiedad privada y la consolidación del Estado liberal, unitario y centralista. Ambos eran partidos de minorías, de notables. La extracción social de las fuerzas de ambos partidos era bastante homogénea y se nutría básicamente de las élites económicas y de la clase media acomodada.
En cuanto a su actuación política, las diferencias eran mínimas. Los conservadores se mostraban más proclives al inmovilismo político y a la defensa de la Iglesia y del orden social, mientras los liberales estaban más inclinados a un reformismo de carácter más progresista y laico. Pero, en la práctica, la actuación de ambos partidos en el poder no difería mucho, al existir un acuerdo tácito de no promulgar nunca una ley que forzase al otro partido a abolirla cuando regresase al gobierno. El Partido Liberal-Conservador se organizó alrededor de Cánovas del Castillo, mientras que el Partido Liberal-Fusionista tenía como principal dirigente a Práxedes Mateo Sagasta.
Para el ejercicio de gobierno se contemplaba el turno pacífico o alternancia regular en el poder, cuyo objeto era asegurar la estabilidad institucional mediante la participación en el poder de las dos familias del liberalismo. El turno quedaba garantizado mediante la manipulación de las elecciones. Lo normal era que el partido que ganaba las elecciones recibiera del rey el encargo de gobernar, pero ahora, cuando el partido que estaba en el poder perdía credibilidad, el rey llamaba al partido de la oposición a formar gobierno, este convocaba las elecciones y las ganaba por medio del fraude electoral.
El fraude en los resultados (manipulación) y los mecanismos caciquiles aseguraban que éstas fuesen siempre favorables al gobierno y por eso había un turno pacífico. La adulteración del voto se logró mediante el restablecimiento del sufragio censitario, el trato más favorables a los distritos rurales frente a los urbanos y, sobre todo, por la manipulación y las trampas electorales.
El control del proceso electoral se ejercía a partir de dos instituciones: el ministro de Gobernación y los caciques locales. Este ministro era quien elaboraba la lista de los candidatos que deberían ser elegidos. Los gobernadores civiles transmitían la lista de los candidatos a los alcaldes y caciques y todo el aparato administrativo se ponía a su servicio para garantizar su elección.
Todo un conjunto de trampas electorales ayudaba a conseguir este objetivo: es lo que se conoce como pucherazo, es decir, la sistemática adulteración de los resultados electorales. Así, para conseguir la elección del candidato gubernamental, no se dudaba en falsificar el censo (incluyendo a personas muertas o impidiendo votar a las vivas), manipular las actas electorales, ejercer la compra de votos y amenazar al electorado con coacciones de todo tipo (impedir la propaganda de la oposición e intimidar a sus simpatizantes, etc.).
Además del falseamiento electoral, el sistema se sustentaba en el caciquismo. Los caciques eran individuos o familias que, por su poder económico o por sus influencias políticas, controlaban una determinada circunscripción electoral. El caciquismo era más evidente en las zonas rurales (Andalucía) donde una buena parte de la población estaba supeditada a los interés de los caciques, quienes, gracias al control de los ayuntamientos controlaban el sorteo de las quintas, proporcionaban puestos de trabajo, etc. De este modo, un favor era igual a un voto. Además, su éxito se basaba también en el fuerte absentismo electoral, sólo votaba el 20 % del censo electoral.
Oligarquía y Caciquismo en Andalucía. Esta situación se daba en todo el país, pero fue más notoria y duradera en Andalucía, donde un reducido grupo tenía la preeminencia económica y el protagonismo político. La élite rural (los caciques) se había enriquecido con las desamortizaciones y desde el principio demostró una tendencia al protagonismo político-administrativo. Otros sectores burgueses se incorporaron al mismo sistema y utilizaron los ayuntamientos y diputaciones en defensa de sus intereses. Estos sectores controlaban las votaciones en Andalucía-
4. CONCLUSIÓN
La Restauración tuvo que hacer frente a la expansión de los movimientos socialistas, al cuestionamiento del dominio español tanto en las Antillas como en el Pacífico y, finalmente, a la emergencia de propuestas nacionalistas que exigían la reforma del Estado. Además, no podemos olvidar como el sistema de la Restauración marginó de la vida política a amplios sectores de la sociedad: carlistas, republicanos, socialistas, etc. La crisis del 98 fue el aviso definitivo que hizo resquebrajar las bases del sistema y planteó la necesidad de tomar medidas orientadas a la regeneración de la vida política y social del país.

“Quizá el mundo esté dividido en cínicos que no encuentran sentido a nada y utopistas que dan sentido a las cosas a partir de alguna magnífica e inverificable presunción acerca del futuro. Yo prefiero a los últimos”. E. H Carr


UNIDAD 6. LA CAÍDA DEL IMPERIO COLONIAL Y LA CRISIS DEL 98.
0. INTRODUCCIÓN
La Restauración tuvo que hacer frente a la expansión de los movimientos socialistas, al cuestionamiento del dominio español tanto en las Antillas como en el Pacífico y, finalmente, a la emergencia de propuestas nacionalistas que exigían la reforma del Estado. Además, no podemos olvidar como el sistema de la Restauración marginó de la vida política a amplios sectores de la sociedad: carlistas, republicanos, socialistas, etc. La crisis del 98 fue el aviso definitivo que hizo resquebrajar las bases del sistema y planteó la necesidad de tomar medidas orientadas a la regeneración de la vida política y social del país.
1. CONTEXTO HISTÓRICO MUNDIAL
El desarrollo de una segunda revolución Industrial en el último tercio del siglo XIX trajo aparejado el desarrollo de una política imperialista. El Congreso de Viena en 1885 ejemplifica el reparto del mundo que llevaron a cabo las potencias europeas. La lucha por las colonias conduciría al inicio de la I Guerra Mundial.
2. ANTECEDENTES
Entre la Paz de Zanjón en 1878, con la que se había puesto fin a la Guerra de los Diez Años, y el inicio de la última guerra cubana, los gobiernos españoles tuvieron 17 años para introducir en la colonia alguna de las reformas defendidas por los autonomistas isleños. Pero la falta de un verdadero proceso descentralizador que dotase a la isla de órganos representativos, y la política fuertemente proteccionista con que se estrangulaba la economía cubana favorecieron el surgimiento de nuevas revueltas que condujeron a la independencia.
3. DESARROLLO DEL TEMA
LAS GUERRAS COLONIALES.
La política española en Cuba. El periodo más idóneo para hacer concesiones a las reivindicaciones cubanas fue el gobierno de los liberales de Sagasta cuando el partido autonomista cubano estaba de acuerdo con un programa de reformas que quitase fuerza a los independentistas. Pero la única medida que se aprobó fue la abolición definitiva de la esclavitud y que los cubanos tuvieran representación en las Cortes, las restantes propuestas fueron rechazadas. Las tensiones aumentaron a causa de la oposición cubana a los fuertes aranceles proteccionistas que España imponía para dificultar el comercio con EE.UU., lo que provocó un gran malestar. El presidente norteamericano Mckinley amenazó con cerrar las puertas del mercado estadounidense a los principales productos cubanos (azúcar y tabaco) si el gobierno español no modificaba la política arancelaria de la isla. En 1894, EEUU adquiría el 88.1 % de las exportaciones cubanas, pero sólo se beneficiaba del 37 % de sus exportaciones.
La guerra de Cuba En 1892 José Martí fundó el Partido Revolucionario Cubano, protagonista de la revuelta independentista iniciada en 1895 con el “grito de Baire”, así comienza la guerra, primero en la parte oriental de la isla, pero Antonio Maceo y Máximo Gómez la extienden a la occidental. El presidente español, Cánovas del Castillo, intentó solucionar la situación enviando un ejército dirigido por el general Martínez Campos, quien podría combinar la represión militar con flexibilidad, necesaria para llegar a acuerdos. Pero la falta de éxitos militares decidió el relevo de Martínez Campos por el general Valeriano Weyler, partidario de métodos más duros para acabar con la rebelión, llegando a concentrar a los campesinos en aldeas cerradas y aisladas de los rebeldes, pero la falta de alimentos y medicinas provocó una alta mortalidad.
En 1897, tras la muerte de Cánovas del Castillo, se decidió probar la estrategia de la conciliación, se retiró a Weyler, se concedió autonomía, sufragio universal, la igualdad de derechos entre españoles y cubanos, y la autonomía arancelaria. Pero las reformas llegaron tarde, los independentistas que contaban con el apoyo de los EE.UU. se negaron a acabar con la guerra.
La guerra de Filipinas. Coincidiendo con el levantamiento cubano se produjo también el de Filipinas, aquí la presencia española era más débil y se limitaba a algunas órdenes religiosas, la explotación de algunos recursos naturales y su utilización como punto comercial con China, en un principio el levantamiento fue duramente reprimido y su principal dirigente ejecutado. El último episodio antes de la guerra fue el intento de compra de la isla por parte de Washington, por 300 millones de dólares, a lo que la regente María Cristina de Habsburgo se negó. Así las cosas, se inició la Guerra.
La intervención de Estados Unidos. Tanto en España como en EE.UU. se era consciente de que la guerra independentista cubana desembocaría en un enfrentamiento directo entre ambos países. El dilema era terrible para nuestro país: o bien se iba a una guerra segura contra los norteamericanos para defender lo que se sabía indefendible, o por el contrario, se corría el riesgo del enfrentamiento con el ejército propio en el caso de vender, abandonar o entregar la isla, arriesgando además la monarquía y el sistema de la Restauración.
En febrero de 1898 se produjo la explosión del Maine, acorazado norteamericano fondeado en el puerto de la Habana. Estados Unidos culpó a España, y aunque el gobierno de Sagasta propuso una investigación, el incidente fue la excusa anhelada por los norteamericanos para declarar la guerra a España. La prensa y buena parte de la opinión pública se mostró a favor del conflicto como ocasión de demostrar la grandeza española contra EE.UU., una menospreciada nación joven, tan sólo el Partido Socialista Obrero Español se manifestó en contra de la guerra.
Los norteamericanos con navíos acorazados y superioridad en armamento, destruyeron fácilmente la escuadra española en Santiago de Cuba y en Cavite, Filipinas, siendo una rápida victoria estadounidense.
La Paz de París. A finales de 1898 se firmó la Paz de París por la que España perdió sus últimas posesiones ultramarinas en América y el Pacífico, Cuba se convirtió en País independiente aunque tutelado por EE.UU. que recibió Puerto Rico, Filipinas y la isla de Guam en las Marianas. Poco después se vendieron a Alemania los archipiélagos de las Carolinas y las Marianas. Así la derrota de 1898 sumió a la sociedad y a la clase política española en un estado de desencanto, que significó la destrucción del mito de imperio español en un momento en que las potencias europeas estaban formando grandes imperios coloniales en África y Asia, quedando España relegada a un papel muy secundario en la política internacional.
LAS CONSECUENCIAS DEL 98
Repercusiones políticas y económicas. Las repercusiones políticas y económicas inmediatas fueron menores de lo que se esperaban, de hecho continuó el mismo gobierno y el sistema de la Restauración sobrevivió al desastre. Tampoco hubo una gran crisis económica a pesar de la pérdida de los mercados coloniales y de la deuda causada por la guerra, ya que la repatriación del capital español en Cuba se invirtió en la industria, apareciendo así las grandes entidades financieras de la época.
Repercusiones ideológicas. La crisis del 98 fue sobre todo una crisis moral e ideológica, que causó un enorme impacto entre la población, lo que favoreció la aparición de movimientos que criticaron el sistema de la Restauración, proclamando la necesidad de una regeneración y modernización de la política española.
Consecuencias reales crisis 98. A medio plazo se puede considerar que el 98 marcó un antes y un después, con importantes cambios como:
- El cambio definitivo del estatus internacional de España, pasó de supuesta potencia mundial, con territorios en los cinco continentes, a potencia regional.
- El auge de los nacionalismos, que suponía una vía alternativa a la identidad española tras la pérdida de su imperio.
- El renacimiento del militarismo, un ejército derrotado que carecía de papel internacional que se inclinó hacia posturas autoritarias frente a la ola de antimilitarismo que siguió a la derrota, lo que trajo consigo el retorno de la intervención del ejército en la política española.
- Aparición de movimientos que, desde una óptica cultural o política, criticaron el sistema de la Restauración y propugnaron la necesidad de una regeneración y modernización de la política española. Joaquín Costa o el general Polavieja simbolizan estos deseos de regeneración de la política y sociedad españolas.
Consecuencias para Cuba. Por último, mencionar las consecuencias para Cuba, la cual estaba devastada y arruinada por la guerra, además con el conflicto no consiguió su objetivo, ya que a pesar de que formalmente fue un país independiente, se convirtió en un protectorado estadounidense, siendo ocupada militarmente entre 1899 y 1902, bajo el pretexto de proporcionar las condiciones necesarias para su andadura política en solitario, y a partir de ahí se autorizaba a los norteamericanos a intervenir en la isla cuando se estimase necesario. La isla en definitiva con la guerra había conseguido su independencia de España para empezar a depender de Estados Unidos.
4. CONCLUSIÓN
Por el Tratado de París, España perdía los últimos jalones de su imperio ultramarino. El impacto que produjo este acontecimiento sumió a los españoles en una honda crisis de conciencia que afectó a todo el tejido social de la nación, y que tuvo su mejor expresión en un importante reacción cultural que centró sus esfuerzos en la necesidad de recuperar el pulso perdido y modernizar el país.
Se trata de la llamada Generación del 98, un grupo de intelectuales que criticó el atraso español y planteó una reflexión en torno al “problema de España”, su definición como nación, la búsqueda de sus señas de identidad nacional, las causas de su atraso con relación a Europa y su papel en la Historia, entre sus miembros destacaron Machado, Unamuno, Azorín, Pío Baroja, Valle Inclán, Maeztu, etc.






“Uno no es solo responsable de lo que hace, sino también de lo que ve, lee o escucha”.
Javier Cercas

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